CULTURA PARACAS
Paracas fue una importante
civilización precolombina del
Antiguo Perú, del periodo denominado
Formativo Superior u
Horizonte Temprano, que se desarrolló en la
península de Paracas,
provincia de Pisco,
región Ica, entre los años 700 a. C. y 200 d. C. Es contemporánea en parte con la
cultura Chavín que se desarrolló en el norte del
Perú.
Buena parte de la información sobre los paracas proviene de las
excavaciones arqueológicas emprendidas en Cerro Colorado
(«Paracas-Cavernas») y en Warikayan («Paracas-Necrópolis») por el
arqueólogo peruano
Julio C. Tello y su discípulo
Toribio Mejía Xesspe en los
años 1920. Actualmente se sabe que lo que Tello denominó como «Paracas-Necrópolis» pertenece a otra tradición cultural, la llamada
cultura Topará, cuyo centro estaba ubicado más al norte, en el valle de
Chincha.
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Los paracas practicaban una
textilería de alta calidad, en lana y algodón, así como una
cerámica decorada y una
cestería muy elaborada. También realizaban trepanaciones craneanas, cuyos fines aún se discuten.
La cultura paracas es la antecesora de la
cultura nazca
con la que tiene una evidente afinidad cultural; de hecho, para muchos
especialistas, la fase final de Paracas es en realidad la fase inicial
de la cultura nazca.
DESCUBRIMIENTO
La cultura paracas fue descubierta en julio de
1925 por el arqueólogo peruano
Julio C. Tello, frente a la bahía de Paracas y al sur de
Pisco. En agosto del mismo año, Tello, ayudado por su discípulo
Toribio Mejía Xesspe, instaló un campamento arqueológico en el sitio.
El primer cementerio paracas fue hallado por Tello en las colinas de
pórfido rojo conocidas como Cerro Colorado. En total halló 39 tumbas en
forma de pozo, que él denominó “cavernas”, las cuales contenían fardos
funerarios envueltos en finos mantos y rodeados de ceramios,
instrumentos de caza, pieles de animales y alimentos.
En 1927, Tello, junto con Mejía Xesspe, descubrió otro cementerio, en
Warikayan, muy cerca de Cerro Colorado, al que denominó
Paracas-Necrópolis, donde halló 429 cadáveres momificados, envueltos
cada uno con varios mantos, algunos de los cuales eran muy espléndidos.
Son los célebres
mantos paracas, conservados hoy en el
MNAAHP.
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Además de esos dos cementerios, Tello identificó en la península de
Paracas un tercer cementerio, al que denominó Arena Blanca o
Cabeza Larga,
este último nombre debido a la presencia de cráneos deformados, de
forma alargada. Allí, además de tumbas saqueadas, halló restos de
viviendas subterráneas
División según Tello
Tello estudió la forma de enterrar a sus muertos que tenían los
paracas y sostuvo que esta cultura pasó por dos épocas bien definidas.
Llamó a la primera «Paracas Cavernas»; porque enterraban a sus muertos
dentro de tumbas excavadas de manera vertical en el suelo, que se
ensanchan antes de alcanzar piso, lo que le da una forma de copa
invertida (aunque más que «cavernas» son en realidad pozos). Llamó a la
segunda «Paracas Necrópolis»; porque enterraban a los muertos en
cementerios rectangulares más sofisticados, que simulan ser «ciudades de
muertos» o
necrópolis.
Esta división de la cultura paracas estuvo en boga durante largas
décadas, debido al prestigio de Tello, considerado el «padre de la
arqueología peruana», hasta que otros arqueólogos han demostrado que la
denominada «Paracas Necrópolis» pertenece en realidad a otra tradición
cultural: la
cultura Topará.
Paracas Cavernas (700 a. C. - 500 a. C.)
Según Tello, es el periodo más antiguo, vinculado a la influencia
chavín,
especialmente en la cerámica. De acuerdo a los hallazgos realizados en
Cerro Colorado, las tumbas paracas de este periodo fueron cavadas
subterráneamente con una forma de copa de
champán invertida o botella de cuello alto en una profundidad de más de 6 metros en donde colocaban a sus
momias enfardeladas. Estas se encuentran en perfecto estado de conservación, gracias a las condiciones climáticas del
desierto. Muchos de los cadáveres muestran prácticas de trepanaciones craneanas.
Los restos arqueológicos encontrados en Cerro Colorado incluyen
momias masculinas y femeninas de diferentes edades. Los cuerpos están
colocados en posición fetal y envueltos con textiles ordinarios y
complejos, de colores brillantes y decorados con figuras de animales,
peces, serpientes y formas geométricas.
Paracas Necrópolis (500 a. C. - 200 d. C.)
Cráneo deformado expuesto en el Museo Regional de Ica.
El periodo de Paracas-Necrópolis recibió su nombre por el hecho de
que sus cementerios, de forma rectangular, descubiertos en Warikayan,
estaban divididos en varios compartimientos o cámaras subterráneas, que a
Tello le parecieron una «ciudad de los muertos» (
necrópolis).
Cada cámara grande supuestamente habría sido propiedad de una
específica familia o clan, que enterraba a sus antepasados a lo largo de
muchas generaciones.
Las tesis de Tello fueron cuestionadas por otros arqueólogos. En primer lugar, Warikayan no parece haber sido una
necrópolis,
sino un gran centro poblado, en algunas de cuyas edificaciones fueron
depositados más de 400 fardos, hecho que hasta ahora no tiene una
explicación satisfactoria. Podría haber sido un sitio considerado
sagrado, por la coloración roja de sus cerros y su cercanía al mar, que
lo relacionaría con la muerte y la regeneración.
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Y en segundo lugar, las manifestaciones culturales de este yacimiento
no pertenecen a la cultura paracas propiamente dicha, sino a otra
tradición cultural distinta, que ha sido denominada Topará y que se
desarrolló en los valles de Cañete, Topará, Chincha y Pisco, hasta la
península de Paracas
como límite sur. Es decir, Warikayan se hallaba precisamente en la
frontera de ambas culturas. Es probable que la cultura topará se
impusiera bruscamente en la región tras una guerra de conquista. La
presencia de armas en muchos fardos funerarios, así como la masiva
presencia de cráneos rotos y trepanados, serían signos de una época muy
violenta.
Cada momia está envuelta en muchas capas de textiles, algunos de los
cuales son de extraordinaria calidad. Estos últimos, precisamente, son
los que han hecho ganar fama a Paracas, ya que sus mejores ejemplares
son muy esplendorosos. Son conocidos mundialmente como los
Mantos Paracas.
Textilería
Las tumbas halladas en Cerro Colorado («Paracas Cavernas»)
constituyen la fuente principal de donde provienen las muestras del arte
textil paracas. Están hechos a base de algodón (blanco y pardo oscuro) y
de lana de camélidos. A modo de complemento se usaban pelos humanos y
fibras vegetales.
Los hilos los teñían con sustancias de diversos colores. También
coloreaban las telas después de su confección. Otra técnica de
decoración fue el bordado, aunque esta se realizaría más profusamente y
con resultados más espléndidos en Paracas-Necrópolis.
En cuanto a las figuras decorativas, estas representan seres míticos y
motivos simbólicos, generalmente en formas geométricas de estilo
rígido, pero todo realizado con gran sentido artístico. En especial, una
figura se repite constantemente: el denominado
Ser Oculado,
representado en cuerpo entero o solo su cabeza. Tiene los ojos
desorbitados, la boca felina y el cuerpo cubierto de símbolos que a
veces se desprenden y cobran vida.
Pero indudablemente los mantos o tejidos más esplendorosos
corresponden a Paracas-Necrópolis, aunque esta pertenece en realidad a
la
cultura Topará.
Textilería
Las tumbas halladas en Cerro Colorado («Paracas Cavernas»)
constituyen la fuente principal de donde provienen las muestras del arte
textil paracas. Están hechos a base de algodón (blanco y pardo oscuro) y
de lana de camélidos. A modo de complemento se usaban pelos humanos y
fibras vegetales.
Los hilos los teñían con sustancias de diversos colores. También
coloreaban las telas después de su confección. Otra técnica de
decoración fue el bordado, aunque esta se realizaría más profusamente y
con resultados más espléndidos en Paracas-Necrópolis.
En cuanto a las figuras decorativas, estas representan seres míticos y
motivos simbólicos, generalmente en formas geométricas de estilo
rígido, pero todo realizado con gran sentido artístico. En especial, una
figura se repite constantemente: el denominado
Ser Oculado,
representado en cuerpo entero o solo su cabeza. Tiene los ojos
desorbitados, la boca felina y el cuerpo cubierto de símbolos que a
veces se desprenden y cobran vida.
Pero indudablemente los mantos o tejidos más esplendorosos
corresponden a Paracas-Necrópolis, aunque esta pertenece en realidad a
la
cultura Topará.
Cerámica
La cerámica paracas presenta un estilo definido y muy vistoso, que se
repite fuera de la península de Paracas, en diversas áreas situadas
entre los valles de Chincha, al norte, y el valle del Río Grande
(Nazca), al sur. Para el valle de Ica se ha logrado establecer una larga
secuencia de cerámica, que se inicia en tiempos anteriores a Paracas y
termina ya en los inicios de la cultura Nazca, la cual es conocida como
el Estilo Ocucaje, que consta de 10 fases. Cabe destacar que esta
secuencia cerámica es la más completa del
Formativo Andino.
La cerámica paracas tiene formas muy variadas: ollas, tazas, platos
así como botellas y vasijas globulares con doble pico vertical unido por
gollete puente. Algunas son de forma escultórica, representando figuras
humanas similares a los cuchimilcos de la
cultura Chancay.
En cuanto a la técnica decorativa, esta era así: se delimitaban
primero las figuras con líneas incisas angulosas, trazadas cuando la
arcilla todavía estaba húmeda. Tras la cocción del ceramio se hacía
recién el coloreado, para lo cual se usaba pintura resinosa. Los colores
usados mayormente eran el negro, el rojo, el verde, el amarillo y el
naranja. Las figuras representadas muestran proximidad al arte chavín,
en especial la representación de un ser sobrenatural con rasgos de
felino, ave y humano, al que se ha denominado el
Felino Volado